lunes, 24 de noviembre de 2008

La Fulana Inmortal




A medida que el sol se escondía entre las altas colinas, la taberna más famosa de toda Grecia se preparaba para la hora punta. Refugiado del frío invernal, el antro se encontraba en la punta más alta de la ciudad de Isklepiae, capital de la región de Tesalia, y reinaba majestuosamente al resto de las numerosas viviendas agrupadas en largas calles.Apoyada sobre uno de los gruesos pilares que sujetaban la estructura de la puerta de entrada se encontraba Meg, la dueña y reina de la mencionada taberna Al este de los Elíseos. Sus cabellos eran dorados como el mismo oro y sus ojos tan azules como el mar Egeo, algo que ningún mortal podría resistir. El vestido rojo de seda que la vestía aquella noche de invierno era movido por el incesante viento, dejando la mayor parte de sus largas y esbeltas piernas al descubierto.El tiempo transcurría alegremente en Al Este de los Elíseos, ahora lleno de hombres sedientos de pasión. Meg paseaba por la sala principal, asegurándose de que sus chicas dejaban más que satisfechos a todos los clientes, aunque eso no de mucha importancia, pues era bien sabido que cualquier hombre que pisara esa taberna volvía a visitarla cada noche, después de dejar a sus esposas durmiendo apaciblemente, Meg y sus chicas eran las que hacían realidad todas las fantasías sexuales habidas y por haber.En uno de esos paseos, la mujer de cabellos rubios observó a un hombre de mediana edad sentado en uno de los asientos tapizados con terciopelo rojo, como si estuviera esperando a alguien o algo."AA¿Puedo ayudarte en algo?" La fulana preguntó al mismo tiempo que se acercaba al extraño, sus pasos marcando el ritmo de sus caderas. El hombre obviamente se quedó sorprendido, ya que nunca había visto ninguna mujer más hermosa que ésa. Antes de que él pudiese decir algo, Meg ya estaba colocada sobre su regazo, con uno de sus brazos rodeándole el cuello, y dejando que su nuevo muñeco se impregnara con su fragancia, cosa que volvía locos a todos."Parece que tu amigo se alegra de verme" Dijo ella al notar el prominente miembro viril del desconocido haciendo presión sobre su glúteo. Una sonrisa fue dibujada en el rostro de Meg, ya acostumbrada a ese tipo de reacciones. Sin decir ni una palabra más, la dueña de la taberna se levantó apresuradamente, no sin antes agarrar a su nueva conquista por el cinto que sujetaba sus pantalones. "Que nadie entre aquí" Ordenó Meg a una de sus chicas a la vez que seguía caminando hacía la pequeña bodega en la que se almacenaban todas las bebidas servidas en el local, también refugio para las fantasías más salvajes de su poseedora.Una vez que la puerta fue cerrada, la mujer de ojos azules como el océano empujó a su acompañante levemente contra una de las paredes, acercándose precipitadamente hacía él, pues bien sabía que eso era lo que él más deseaba. Con una de sus cejas arquedas, ella deslizó su mano por debajo del pantalón, mientras el hombre luchaba por desabrochar el cinto, la única barrera que en ese momento los separaba. Cuando las vestiduras dejaron de ser un problema, el desconocido levantó la vista, pero no pudo encontrar a la bella Meg por ningún lado, hasta que bajó su mirada, pues ella ya se hallaba arrollidada, acariciando su pene con su lengua. Tan grande, tan excitado...La fulana continuaba lamiendo, haciéndolo sentir tan excitado que pensaba que no iba a tardar ni un segundo más en correrse. Pero no, Meg tenía muchos más planes para esa noche, y para ese pene en particular."Ahhhhh" Una alta expresión de placer se escapó de entre los labios del hombre, quien batallaba por controlar las sensaciones que estaba sintiendo. De repente, Meg se levantó después de haber hecho desaparecer su vestido como por arte de magia, y dejó al descubierto sus redondos y grandes pechos, que eran tan bellos que parecía como si el mismo Zeus los hubiese creado. Él la agarró por sus caderas, quería sentirla más cerca, hacerle notar el grado de deseo que estaba experimentando. Con una suave sonrisa, la fulana acercó su cara hacia el oído de él, susurrando unas cuantas palabras. "Póstrate en el suelo" Sin ninguna oscilación, el hombre se tumbó en el suelo, expectante de lo que iba a suceder a continuación.Meg se acercó lentamente con su fría mirada azul fija en el desconocido, como animal que observa a su presa antes de atacar. Sur piernas fueron flexionadas a medida que su cuerpo se tornaba para poder adoptar la posición deseada. En esa postura, casi sentada sobre él, ella movió su mano para introducir el excitado pene dentro de su cuerpo. "Por los dioses!" Exclamó el hombre al sentir el peso del cuerpo de la mujer sobre él, y su pene siendo finalmente introducido en ella, dejando que los jugores de ambos se entremezclasen. Meg comenzó a mover sus caderas a la vez que seguía mirándolo a los ojos, pues quería contemplar sus reacciones. Los movimientos de sus caderas eran lentos y acompasados al principio, y se volvieron más frecuentes y profundos a la vez que pasaba el tiempo.Cada contracción de los músculos ahondaba el pene más adentro, acercando al hombre al climax. Ella disfrutaba dando placer a los demás, por alguna razón era la diosa de la prostitución. Las ásperas manos de él estaban apoyadas en los deseables pechos de la fulana, apretándolos fuertemente a la vez que sus espasmos se hacían más fuertes. Bam! El semen comenzó a dispersarse dentro de la vagina, inundando cada rincón como si de una fuerte ola se tratase. Meg seguía moviéndose encima del hombre, disfrutando a la vez que sentía la preciada leche dentro de ella. A los pocos segundos no había nada más que ofrecer, y la mujer se alejó del cuerpo de su desgastada presa.Cuando ya estaba de pie, observó una vez más la cara de su recién conocido amante, y notó lo que tantas veces había presenciado. El hombre seguía inmóvil, su cara reflejando el climax al que había llegado. Sí, Meg lo había matado de placer como a tantos otros, llevándolo al cielo literalmente con cada movimiento de lujuria.Ella no dijo nada, simplemente se quedó parada mirándolo fijamente hasta que algo llamó su atención. "Meg! Alguien te busca" De nuevo, sus labios se abrieron en una amplia sonrisa. Ahí mismo la esperaba otra oportunidad de ofrecer algo se su pasión, otra víctima.



jueves, 11 de septiembre de 2008

El Lado Oscuro del Sol y la Luna




Sol y Luna, son las típicas hermanas que compartían todo, no habían secretos ni siquiera labios que ambas no hubiesen probado; los hombres las amaban, pero quien no, si eran dos perfectas joyas con el cabello tan rubio como el trigo y cuerpos esculturales como sirenas quirúrgicamente fabricadas, pero como todo ser humano tenían un defecto eran tan políticamente correctas que no dejaban ni que una mosca se les acercase; por supuesto esto no impedía que Miguel Ángel las deseara cada día en la oscuridad de su cuarto acariciando su viril y grueso miembro soñando con Sol o Luna, en ocasiones con ambas pues eran tan perfectamente idénticas que no sabia cuando una o la otra divagaba en su mente.
Después de meses en esta maravillosa agonía, Miguel Ángel ideo un plan, corrió el rumor, de que el había tenido una noche de sexo deplorable con las esculturales gemelas, esparciéndose este chisme como una bala, que al llegar a los oídos de Luna quien se lo contó a Sol, decidieron encarar al personaje en cuestión. Miguel Ángel las vio venir como fieras en celo, la rabia marcaba y coloreaba sus angelicales rostros, al estar frente a él, Sol lo tomo por el brazo y dijo al oído “Queremos hablar contigo” a lo que Miguel Ángel contesto “pues soy todo tuyo” Luna puso una sonrisa sarcástica y farfullo “acá hay demasiada gente, ¿crees que podamos ir a otro lado?” él esbozo una sonrisa entre alegría y malicia, pues su plan estaba saliendo como lo había creado y dijo “Donde quieran” Sol le entrego un papel diciendo “En esta dirección en una hora”, ambas se alejaron, dejando a Miguel Ángel mas que contento confundido.
Miguel Ángel decidió aventurarse, fue directo al estacionamiento de la universidad, sin despedirse ni mediar palabra con nadie, subió a su auto y condujo tan rápido como pudo con tal de descubrir el juego de las gemelas. Al llegar al sitio se encontró con un edificio viejo, estaba sucio y abandonado, al subir al tercer piso hallo una puerta semiabierta, Miguel Ángel las llamo y solo escucho un grito lejano “Cierra la puerta cuando entres”, al cerrar Miguel descubrió algo mágico, el apartamento estaba decorado en color negro, algo sadomasoquista para su gusto pero excitante por el momento, había alfombra negra, muebles de cuero y no se dejaba filtrar un rayo de luz por ninguna parte.
Él decidió avanzar por un pasillo que irradiaba luz anaranjada como si miles de velas estuviesen encendidas, al llegar a la puerta de la cual se desprendía la luz encontró la sorpresa; eran ellas, las gemelas vestidas de cuero negro, su piel brillaba mas que los trajes diminutos que dejaban a la vista muchas partes de su cuerpo. Eran algo tan de sus fantasías que Miguel Ángel no lo podía creer, Sol se percato que los ojos de él brillaban más que nunca y dijo “¿Asombrado?” Miguel Ángel no supo que responder estaba anonadado entre tanta belleza, pues eran ellas, las chicas que deseaba cada noche estaban ante sus ojos a medio vestir. Luna rió y agrego “Sol y yo nos asombramos de que dijeras que habías tenido sexo deplorable con nosotras y para cambiar tu percepción de eso decidimos hacer algo que cambiara tu opinión, así que siéntate no tengas miedo”.
Miguel Ángel se sentó en la cama y la primera en venir a él fue Sol, se acerco como una gatita, con movimientos sigilosos y condenadamente provocativos, lo despojo de su camisa y comenzó a lamer su cuello, bajando lentamente hacia su pecho, su lengua lo bañaba, el moría por agarrarla con fuerza y atraerla hacia su boca, pero prefirió frenar los instintos y dejarse llevar por lo que ellas tenían planeado, Sol seguía recorriendo su pecho, su cuello y sus orejas dejándolo impregnado de su saliva, a este punto Luna estaba muy excitada y camino hasta la cama, tomo a Sol por los cabellos y con un suave jalón, la atrajo hacia su boca proveyéndola de su dulces labios, Luna noto el asombro y el placer en la cara de Miguel Ángel y le planteo una idea “Por que no te sientas en aquel sillón y cuando estemos listas seguiremos jugando contigo”.
Miguel no dijo nada y miro a Sol quien le regalaba una sonrisa excepcionalmente malvada, se sentó en el sillón tal como Luna le había pedido y comenzó a disfrutar del espectáculo. Las manos de Sol comenzaron a recorrer lentamente el cuerpo de Luna, eliminando la poca ropa que la cubría, mientras besaba sus pechos, lamiendo y mordiendo aquellos pezones rosados comenzó el descenso hacia la fruta prohibida, Sol se interno en ella y con su lengua comenzaron los estruendosos gemidos de Luna quien no sabia si debía agarrarse con fuerza de la cama o apretarse los pechos con tal de sentir más placer que el que su preciosa gemela le estaba proporcionando; a este punto la excitación de Miguel llegaba a niveles tan descomunales que su pantalón no podía soportar más, saco su brillante lanza, más dudaba de acariciarla o esperar que ellas lo invitasen a jugar.
Fue Luna quien entre gemidos levanto la cabeza de Sol para que admirase el miembro erecto de Miguel A deseoso de que una boca húmeda lo ayudase a liberarse, Luna aparto a Sol y le hizo señas a Miguel de que subiese a la cama, este se arranco el pantalón y se subió al ruedo, Luna colocándose en posición de perrito tomo su miembro rosado y lo introdujo en su boca, Sol por no dejar de jugar saco ventaja de la posición tan bien ubicada de su hermana que continuo con lo que minutos antes había paralizado, de repente el cuarto se inundo de gemidos suaves pero a la vez fuertes, era un festín de sexo oral como jamás Miguel Ángel lo había imaginado, fueron rotando de posiciones hasta que ambas quedaron junto a su misil, que a lo pocos minutos no tardo en explotar y dejar a las gemelas llenas de su amor.
Los jadeos continuaban, algunos por cansancio y otros por placer, pero el juego no terminaba aún, Sol tomo la iniciativa esta vez al ver que el vigoroso miembro de Miguel aun pedía guerra, se subió sobre él y comenzó a moverse como una amazona cabalgando una fiera indomable, los dedos de Miguel se apoderaron de la dulce vagina de Luna entrando y saliendo de ella con tanta fuerza, que los jadeos de ambas se mezclaban al unísono produciendo gemidos en ambiente de cine, cuando Miguel Ángel sintió que estaban por alcanzar su segundo orgasmo decidió cambiarlas, acostando a Luna y colocando sus piernas contra su pecho para que pudiese sentir una penetración total y a Sol al ladito de Luna para que sus dedos exploraran el manjar que su vagina le ofrecía, las gemelas se besaban, mordían y pellizcaban a medida que él las poseía, era el extremo del placer, morían con cada embestida que Miguel les proporcionaba.
De repente y sin previo aviso, Luna alcanzo un estruendoso y merecido segundo orgasmo, Miguel Ángel decidió bajar el ritmo y sin salir de Luna, hizo que sus dedos arrancaran ese ansiado clímax que Sol tanto esperaba, fueron pocos instantes cuando el cuerpo de Sol desfalleció de placer en la cama, Miguel se retiro con cuidado se Luna y les pidió que se pegaran una a la otra a tal punto que casi quedaran abrazadas, y comenzó a masturbarse sobre ellas arrojando a los pocos minutos su semilla y embadurnando el cuerpo celestial de las gemelas.
Después de esa experiencia Miguel Ángel no pudo volver a ver con otros ojos a las gemelas, se había enamorado de su sexo, de su cuerpo, sencillamente de ellas, trataba de no tropezarlas y menos coincidir con ellas en ningún rincón de la universidad, luego de algún tiempo recibió un mensaje de texto en su celular que decía “Creo que es hora de llevarte nuevamente al lado oscuro y enseñarte que con nosotras no se juega. Besitos Sol y Luna”

jueves, 6 de marzo de 2008

Placer en el Campo de Futbol




Andrea era esas chicas que se autodenominaba fanática del fútbol más no lo practicaba porque decía que era muy floja, sabia de nombres, estadísticas y todo lo relacionado con este deporte en particular, no se perdía ningún partido de las tantas ligas que hay y mucho menos los de la universidad donde estudiaba, era como dicen la hincha numero uno del equipo universitario, sus amigas decían que no era fanática del deporte si no de los chicos de los equipos y ella se enfurecía y se retiraba cada vez que escuchaba comentarios con tanta carga de estupidez.

Pero esto no era del todo mentira, había un chico en particular en el equipo de la universidad que hacia que Andrea mojara sus panties y sus fieles dedos la penetraran en la oscuridad de su cuarto, el chico se llamaba David, un digno ejemplar del fútbol, piel color canela, cabello liso hasta los hombros, con brazos y piernas tan perfectos que hacen voltear a más de una, aunque Andrea no lo conocía estaba convencida de que él jamás se había fijado en su presencia pero estaba equivocada, él la veía en cada partido incluso era la ultima en irse de los entrenamientos, lo único era que no sabia como abordarla y cada vez que lo intentaba algo pasaba y terminaba yéndose sin decir nada.

Una noche antes de finalizar el entrenamiento le hizo señas, Andrea se emocionó y volteo a todos los lados pensando que no era con ella y él entre señas le confirmo que era con ella y que no se marchara y se quedara después del entrenamiento, el color rojo se apodero de las blancas mejillas de Andrea y no sabía que hacer, pero decidió esperar paciente a que David terminara la practica y ver que era lo que quería con ella. David por su parte no tenia intenciones de conversar tan solo quería descubrir que escondía esa niña con cara de ángel que se sentaba a verlo cada jueves.

La práctica llego a su fin, y todo el mundo comenzó a marcharse, después de un rato David apareció al lado de Andrea y le pidió que lo acompañase a los vestuarios que necesitaba ducharse, ella accedió y con un poco de miedo se fue tras él, cuando bajaron a los vestidores se percató que no había absolutamente nadie, y lo único que se lograba escuchar era la respiración agitada de Andrea, por lo que David giro y le dijo “No tengas miedo que yo no como a menos que me lo pidan ”, ella sonrió y trato de disimular la agitación, pero en el fondo estaba aterrada, jamás había pensado que el primer cruce de palabras con David seria exactamente en los vestidores con los que muchas veces fantaseo.

Se detuvieron frente a los casilleros, él le pidió que se sentara y comenzó a desvestirse, ella se cubrió la cara e intento levantarse pero el recurrió a la fuerza y la obligo a sentarse diciendo “Me vas a decir que jamás has visto un hombre desnudo” ella apenada y completamente sonrojada balbuceo “Si, pero nunca espere verte a ti”, él soltó una sonrisa picara y le contesto “ ¿Y que tengo yo de especial que no tengan los hombres que has visto¿ o es que ¿ya me habías imaginado?” ella opto por no contestar, pero su silencio obligado le dijo a David todo lo que necesitaba saber, se termino de desvestir dejando una única prenda, un boxer color gris, de repente al primer descuido de Andrea la tomo por los hombros y la arrastro contra un locker y comenzó a besarla desenfrenadamente, ella intentaba no pensar solo se quería dejar llevar aunque no podía creer que aquel chico semi desnudo que la besaba con tanta pasión era el mismo por el que se masturbaba cada noche, él se dedicaba a tocar sus pechos y mordía sus orejas mientras le susurraba obscenidades que Andrea jamás había escuchado pero la excitaban mucho más, las manos de David lentamente descendieron por encima de la ropa hasta la entrepierna de ella haciendo que gimiera con tanta fuerza que llegaron a pensar que podían descubrirlos.

De repente el juego ceso, David la tomo de la mano y la llevo hasta las duchas, una vez allí inicio el juego esta vez sacando la blusa y dejando al descubierto unos perfectos senos de pezones rosados, “Tal como los imagine” dijo y esbozo una sonrisa, comenzó a devorarlos con ahínco, dando pequeños mordiscos y lametazos que originaban gemidos suaves de parte de ella, su mano volvió a tomar el rumbo de la entrepierna pero esta vez se detuvo en el broche del pantalón, a tal punto de obligarla a sacárselo, una vez fuera la tomo del brazo y la lanzo dentro de la ducha, una vez dentro, él abrió el agua y continuo el juego, ella estaba muy excitada, mientras el agua se colaba en cada rincón de su cuerpo deseaba con todas sus fuerzas que él se dejara de rodeos y la penetrara, él seguía comiéndose sus pechos, elimino la única prenda que la cubría y bajo por su abdomen hasta llegar a su sexo, separo sus piernas y lentamente coloco su lengua dentro de ella, jugando con su clítoris e introduciendo lentamente un dedo dentro de su vagina, Andrea sentía que iba a explotar, no paso mucho tiempo entre gemidos que eran casi gritos y la lengua desaforada de David , cuando ella se dejo llevar y se corrió en la cara de el.

“Tienes carita de niña buena pero en realidad eres traviesa y esto era exactamente lo que estabas esperando desde hace mucho tiempo” le farfullo, “Pero el juego aun no acaba” echándole una mirada incitadora de que fuera ella la que tomara el control de la situación ahora. Ella capto rápidamente y se arrodillo ante el y bajo su boxer y suavemente tomo su enorme miembro entre sus manos, lo llevo a su boca y con su lengua comenzó a saborearlo de manera suave como si fuese un helado de chocolate a punto de derretirse, él la miraba con deseo de tal manera que sin darse cuenta ella colocó su miembro entre sus pechos simulando una masturbación, él solo sonrió, ella se movía muy rápido, mientras el suspiraba y gemía bajito, cuando estuvo a punto de correrse ella introdujo el miembro en su boca tragándose así el elixir anhelado .

Sin mediar palabra la levanto y poniéndola contra la pared la penetro con todas sus fuerzas como un animal en el celo, su miembro entraba y salía tan rápido que ambos gemidos se fusionaban en uno solo, ella sentía que un nuevo orgasmo se apoderaba de su cuerpo, él también estaba a punto de estallar, pero antes le pidió que se inclinara y en una semi posición de perrito, la penetro nuevamente al punto de alcanzar el orgasmo prácticamente juntos.
Ella estaba exhausta su cuerpo ya no daba más y cuando pensó que no pasaría nada más, él retomo sus pechos y comenzó a lamerlos y succionarlos como si lo que acaba de pasar no fuese suficiente, ella observo como su miembro cobraba vida y de esa forma él la cargo y mientras descarnaba sus pechos se introdujo en ella, haciéndola estremecer con cada movimiento, a pesar de que los gemidos ya no eran gritos ella sentía que la estaba destrozando, no podía ser cierto tanto placer, cuando se acercaba el tercer orgasmo él la tomo del cabello y rápidamente la halo y la coloco frente a su miembro quien disparo tres sublimes chorros de su elixir blanco, ella asombrada ante tal maniobra opto por pasar la lengua y saborear los restos mientras el agua eliminaba lo demás.

El sabia que ella estaba a punto de llegar cuando hizo la maniobra así que ella con una dulce voz le dijo “Me faltaba muy poco así que hora me tienes que ayudar a tener mi tercer orgasmo” él se acerco a ella y comenzó a besarla mientras ellas masajeaba su clítoris con los dedos, el introdujo dos dedos en su vagina y simulo una penetración que en conjunto con las manos de ella, le arrancaron en pocos minutos un orgasmo tan intenso que su cuerpo desfalleció y se abrazaron.

Ha pasado algún tiempo después de este primer encuentro, Andrea ha decidió por su bien quedarse cada Jueves después de la practica fútbol esperando que su adorado tormento, la posea una vez más, ya sea en los vestidores, las gradas o simplemente el lugar más oscuro con tal de que florezca ese lado animal que todos llevamos dentro.